Entrevistas a miembros de 1° y 2° grado, que se llevaron a cabo durante los encuentros para los miembros laicos del Movimiento Regnum Christi realizados en Roma.
jueves, 20 de junio de 2013
martes, 11 de junio de 2013
Concluye el Encuentro de miembros de primero y segundo grado en Roma
Una reunión para reflexionar sobre el carisma y la propia vocación
El día de hoy, con la celebración eucarística presidida por el Delegado Pontificio llegó a su fin el Encuentro de miembros de primero y segundo grado convocado por el P. Sylvester Heereman en la ciudad de Roma.
Los 38 representantes provenían de 14 países, de edades entre os 23 y los 70 años y de 6 lenguas diferentes experimentaron “la riqueza de la diversidad, la alegría de ser una única familia y la presencia del Espíritu Santo”, según dicen en una carta que enviaron a los miembros del Regnum Christi de todo el mundo.
Conclusión encuentro 1 y 2 grado 2013 |
Durante las reuniones se presentaron las reflexiones sobre los Lineamientos del Carisma del Movimiento Regnum Christi que se habían hecho en los territorios, se confirmaron los elementos esenciales de la identidad de los miembros de primero y segundo grado y se expresó el gran deseo de unidad en el cuerpo del Movimiento con los legionarios y los miembros consagrados. También se abordaron con sencillez las fragilidades que hay en el primer y segundo grado, los elementos que necesitan cambiar para vivir y presentar el Regnum Christi de un modo más conforme al plan de Dios. En algunos casos, se evidenciaron aspectos del apostolado y de organización que los representantes consideraron que requieren un discernimiento mayor para poder descubrir lo que Dios nos pide en esos campos. Todos estos elementos servirán de base para la elaboración de un estatuto actualizado para los miembros de primer y segundo grado. Los tiempos y la modalidad para la revisión y aprobación de dicho estatuto está aún por definir de acuerdo con el Delegado Pontificio.
Una de las finalidades del encuentro había sido la conformación de una Comisión permanente que represente a los miembros de 1º y 2º grado en el proceso de elaboración del Estatuto General del Regnum Christi. Para ello se realizaron tres sondeos para individuar personas que los mismos participantes en el encuentro consideraban aptos para este trabajo. Así fueron nombrados Francisco Gámez (Venezuela), Kerrie Rivard (Estados Unidos), José Antonio Lebrija (México) y Lucia Hauser (Alemania) como miembros de la comisión. Ellos se reunirán nuevamente en el mes de julio con el Delegado Pontificio y los gobiernos generales de la Legión, los consagrados y las consagradas para determinar el proceso para la elaboración de este Estatuto.
Además de los momentos de trabajo, los representantes tuvieron oportunidad de rezar juntos, de convivir con los consagrados, las consagradas y los legionarios de Roma. Participaron en la concelebración de la solemnidad del Sagrado Corazón en el Centro de Estudios Superiores y también tuvieron ocasión de rezar el rosario en la gruta de Lourdes de los jardines vaticanos.
En muchos lugares del mundo se ofrecieron momentos de oración especial por el éxito de estas reuniones.
En los próximos días estarán disponibles en los sitios de internet y de Facebook algunas entrevistas, imágenes y videos de las actividades de estos días.
lunes, 3 de junio de 2013
¿Por qué dejan el Regnum Christi algunas personas?
Una reflexión personal y cuatro propuestas
P. Benjamín Clariond LC
En estos años de purificación y renovación del Regnum Christi, mucho se ha dicho y discutido sobre su carisma, sobre su metodología apostólica, sobre su aportación a la vida de la Iglesia. Algunos sostienen que este Movimiento no contribuye a la espiritualidad cristiana como harían, en cambio, los jesuitas con los ejercicios espirituales, los salesianos son su pedagogía e interés por la juventud, los focolares con la búsqueda de la unidad y así las demás realidades eclesiales… Otros, en cambio, estamos convencidos de que, a pesar de nuestra difícil historia, aquí hemos encontrado un estilo de relación con Jesucristo que nos invita a colaborar con Él en su misión, a despertar en los demás la conciencia de su vocación de apóstoles, a establecer una relación de amistad estrecha con Él.
Con todo, hay un hecho innegable: muchos se han incorporado al Regnum Christi y también muchos, después de algunos años, lo dejan para buscar otras opciones, o simplemente optan por una vida cristiana más tranquila. Es verdad que son muchos más quienes perseveran hasta el final, con una mayor o menor participación, pero generalmente con una vinculación afectiva. Pero el hecho de que alguno se marche es algo que nos invita a hacer un examen de conciencia profundo.
He intentado hacer este análisis de nuestra situación. Comparto mis reflexiones estrictamente personales, que son inevitablemente limitadas y muy mejorables, y algunas sugerencias para colaborar mejor en el anuncio de Jesucristo a todos los hombres.
Se puede decir que el fenómeno que nos interesa se da también en la Legión de Cristo, que es parte del cuerpo del Regnum Christi. Dios nos bendice con muchos jóvenes que inician un camino de discernimiento vocacional, pero también hay quienes abandonan el camino al sacerdocio. Ciertamente, y poniendo entre paréntesis los últimos tres años -tan complicados y cargados de misterio- de nuestra historia, la Legión se mantiene dentro de los parámetros de perseverancia de las congregaciones religiosas en la Iglesia[1]. No se trata, pues, de una problemática exclusiva de los legionarios, pero, al igual que el resto de la Iglesia, nosotros también tenemos que llevarlo a la oración y a la reflexión personal y en común para encontrar respuestas desde Dios y descubrir “lo que el Espíritu dice a la Iglesia”[2] .
Los hechos de la vida del fundador ha dado una sacudida a la familia del Regnum Christi. Algunos se han sentido defraudados y engañados y han preferido servir al Señor por otro camino. De algunos tengo noticia y es consolador comprobar el bien que hacen a la Iglesia y a las personas con quienes comparten su ministerio. Con otros continúo una estrecha relación de amistad y compartimos juntos penas y alegrías; en muchas cosas estamos de acuerdo pero también respetamos y apreciamos nuestras diferencias.
Dejando de lado estos hechos que podríamos tildar de atípicos (y no por eso menos reales y graves), ¿por qué dejan el Regnum Christi algunas personas? Unos se marchan porque descubren que ésta no es su vocación, o porque encuentran el estilo de vida del Movimiento demasiado exigente o demasiado condescendiente para sus gustos. Me han dicho algunos que no encontraron la guía espiritual que esperaban hallar o que tuvieron un problema de relaciones humanas con un padre, una consagrada o un miembro de su equipo. También me he encontrado con quien, sobre todo al estrenar su vida matrimonial, encuentra especialmente difícil vivir su sexualidad según la doctrina católica y prefieren darse unas vacaciones.
Encontré también en México una señora –tristemente no creo que sea una excepción– que consideró seriamente dejar el Regnum Christi porque no encontró apoyo en algunas de sus compañeras ante una dificultad personal. Y un señor que disfruta del apostolado, pero se siente literalmente frustrado por el apego a ciertas ideas obsoletas que nadie quiere cambiar. Hay personas que se sienten que fueron usadas porque se les atendía mientras podían aportar algo y cuando tuvieron alguna dificultad se les dejó de buscar. No falta, tampoco, el joven que se escandaliza porque ve al que sería su responsable de equipo borracho en una fiesta y le parece que todos en el Movimiento son hipócritas…
Se trata de hechos reales que nos llaman a la conversión a todos los que formamos parte del Movimiento. No sólo a los legionarios y miembros consagrados, sino a todos los que, por el bautismo, estamos llamados a propagar la nueva vida que Cristo nos ha traído con su resurrección.
Ver estos hechos fríamente me lleva a pensar que la gente que deja el Regnum Christi no lo hace tanto por problemas de tipo teológico, sino más bien de orden metodológico [3]. Es decir, no es que dejen de creer en la presencia real de Cristo en la Eucaristía o en la virginidad de María o en la realidad del cuerpo místico. Lo que pasa es que quizás no logran profundizar en estas verdades para hacerlas vida o, sobre todo, no siempre la ven encarnada en nuestro vivir de cada día. No se van porque en el Regnum Christi se prediquen errores doctrinales o porque en la Legión se propaguen enseñanzas contrarias a la Iglesia, sino por problemas vivenciales o hasta existenciales. A veces, invitándoles a la unidad familiar, las mismas actividades del Movimiento pueden haber contribuido a que se disminuya la convivencia entre esposos, entre padres e hijos. No siempre encuentran respuestas a sus aspiraciones e inquietudes, ni hemos tenido la sensibilidad para darnos cuenta que éstas van cambiando a lo largo de la vida.
Me parece que otra fuente de desencanto puede surgir del proceso de revisión del Movimiento, sobre todo cuando éste puede convertirse en revisionismo a ultranza, en donde todo se cuestiona: desde el motivo del rezo de las letanías lauretanas al final del rosario hasta la actualidad de la práctica de la dirección espiritual. Hay que revisar y analizar muchas cosas, pero debemos evitar el peligro del que hablaba tanto el Cardenal Bergoglio: que la Iglesia se haga autorreferencial. O como le escribió Ignacio de Loyola al Cardenal Carafa, fundador de los teatinos: que estemos tan preocupados por nuestra vida interna que se nos olvide la misión que tenemos que cumplir en el mundo y que es la verdadera razón de nuestra existencia[4] .
Y ante este panorama, ¿podemos quedarnos lamentándonos por los errores y limitaciones del pasado? ¿En qué centrar nuestras limitadas fuerzas para colaborar con la gracia de Dios? ¿Cómo ayudar a los buenos católicos que se acercan al Regnum Christi a perseverar en el seguimiento de Cristo, más allá del entusiasmo de los primeros años y llevar una vida cristiana plena y feliz?
Creo que al Regnum Christi y la Legión le conviene centrar su atención en cuatro elementos prioritarios[5] si quieren ofrecer un servicio válido a la Iglesia y a los hombres y si desean que su renovación sea auténtica y ésta se propague:
1. Ayudar a que los miembros hagan una verdadera experiencia de Cristo.
Esto es una gracia que hay que pedir: que cada persona se encuentre con Él en la fe y que este encuentro les transforme la vida[6] . No podemos presuponer que quien llega al Movimiento conoce ya a Cristo personalmente. Si no hay un anuncio explícito de lo que Jesús ha hecho por ellos con su encarnación, muerte y resurrección, inevitablemente construiremos sobre arena. En un segundo momento vendrán las exigencias morales que serán aceptadas más como expresiones de esta amistad que brota del conocimiento, y no tanto como obligaciones incómodas que coartan la propia libertad.
En el ambiente secularizado en que vivimos, es relativamente sencillo optar por acciones en las que el encuentro con Cristo no es tan inmediato. Podemos dejar de lado, por la dificultad que presuponen, actividades como la dirección espiritual, los ejercicios espirituales, las horas eucarísticas, las misiones, los retiros, los cursillos de formación… Podríamos optar por apostolados meramente humanitarios y sociales, sin una verdadera evangelización. Pero al hacer eso, hipotecamos el futuro: no estamos ofreciendo un ambiente propicio para que la semilla del bautismo pueda desarrollarse en el corazón de cada persona. Se entretiene a las personas, hacen el bien, pero falta esa experiencia vital del Señor.
Lo vemos en el Evangelio: cuando alguien se encuentra con el Señor, entabla con Él una amistad inquebrantable que va más allá de nuestra fragilidad. Cristo se convierte en una presencia viva y amorosa, que exige una fidelidad y autenticidad gozosas a la propia vocación. Sólo con un encuentro personal con Cristo vivo se puede pensar en una verdadera autoformación y una autoconvicción: cada uno querrá darle gusto a Jesucristo.
Ultimadamente, y aunque sea legítimo querer ver crecer el Regnum Christi, no es para el Movimiento, que es sólo un medio, sino para Cristo que queremos ganar a las personas, para que Él pueda tocar más corazones. Y ahí está la piedra de toque de todo... Pero no es el único elemento, pues los esfuerzos se han de centrar en todas las dimensiones de la persona.
2. La experiencia de la caridad.
Personalmente creo que el Espíritu Santo ha suscitado los movimientos para responder a la creciente soledad e individualismo en los que se desenvuelve la vida de tantas personas. En las ciudades, incluso en una parroquia urbana, muchos no se conocen y experimentan la necesidad de ser acogidos fraternalmente en grupos más pequeños en donde sean alguien, en donde se les valore y aprecie. Necesitan encontrar lo que podríamos llamar relaciones interpersonales significativas.
Una persona se siente en casa cuando es acogida, respetada y amada con sus peculiaridades. Cuando descubre y acepta que puede aportar algo concreto a los demás. ¿Conocemos los nombres de nuestros compañeros de camino, su historia, sus intereses? ¿Somos capaces de llamarles simplemente para ver cómo están o cómo ha salido la operación de su esposa? ¿De “perder el tiempo” simplemente para acompañarle? ¿De pedir perdón si a alguien hemos juzgado u ofendido por nuestra falta de sensibilidad o interés? ¿De volver a entregar mi confianza a quien me ha defraudado?
He visto grupos del Regnum Christi y de otros movimientos que son ejemplares en este sentido: personas que se levantan para saludar a quien llega, que invitan a conversar y a compartir puntos de vista diversos, que primero preguntan cómo te encuentras antes de pedir algo… Pero también me he encontrado con otros en donde se revisa el atuendo de arriba abajo para ver si conviene saludar a quien llega, o en donde no se acepta que alguien pueda pensar diversamente… En unos y en otros sigue habiendo necesidad de conversión.
Que quede claro, éste no es un problema exclusivo del Regnum Christi. Se da en todo grupo cuyos miembros se vean afectados por el pecado original. Pero si el Movimiento quiere ser auténticamente cristiano, debe buscar crear, con la ayuda de la gracia, una comunidad de fe y amor, sin cerrarse nunca sobre sí mismo, sin conformarse con la propia comodidad, sin tener miedo a salir al encuentro de quien está alejado.
3. La formación en la fe.
La experiencia de Cristo y la vida de equipo o de comunidad son un fuerte sostén para la perseverancia en la propia identidad cristiana. Pero también hace falta echar raíces por el contacto asiduo con la Palabra de Dios, con los contenidos de la fe a través del catecismo y hasta de la teología. Sin esta guía segura, que se da por la predicación, la atención personal, la lectura, los cursos formativos, entre otros medios, el cristiano puede perder fácilmente el norte, zarandeado por cualquier moda o novedad[7]. Una buena formación teológica es una valiosa ayuda para enfrentar y encuadrar correctamente los problemas, las perplejidades y las sorpresas que la Providencia permite en nuestras vidas, tanto a nivel personal como institucional y social.
¿Qué tanto peso le damos a la catequesis en los colegios y universidades, a la calidad de las actividades formativas, a las conferencias, a la propia formación teológica y cultural[8]? ¿Es la predicación de la Palabra de Dios siempre nueva, que abre horizontes y despierta la sed de Dios en quien la escucha? ¿El Regnum Christi ofrece instrumentos para interpretar mejor las Escrituras bajo la guía del Magisterio y despierta el interés por hacerlo? ¿Propone elementos doctrinales para acompañar a una persona en las distintas etapas de su vida? Sería penoso conformarnos con la misma charla todos los años. Sería imperdonable que le diéramos a la mujer recién casada lo mismo que a la mujer madura. Pero es también apasionante ver cómo florecen los grupos del Regnum Christi cuando se comparte la doctrina católica de la manera y en la medida más apropiada para cada auditorio, cuando se les enseña a orar, cuando se les muestran los misterios de la fe. ¿Yo cómo atiendo este punto?
4. El impulso misionero.
El Regnum Christi no puede dedicarse a mantener espiritualmente atendido a un grupo de gente piadosa. En su misma entraña es decididamente misionero, dinámico, llamado a colaborar en la conquista de los corazones para Cristo y la extensión de su Reino en este mundo. No puede quedarse satisfecho con el status quo de una pastoral de conservación: debe ser levadura que fermente la masa[9].
Podemos tener la sensación de que ahora la prioridad es sólo consolidar nuestra vida interna, y tiene algo de verdad. Pero no podemos mirarnos permanentemente a nosotros mismos: sería hacernos autorreferenciales y poner al Regnum Christi al centro y no a Cristo y a las personas por quienes Él ha dado su vida. Debemos “levantar los ojos y ver los campos listos para la siega”[10] , pues las personas van por la vida sin haber conocido a Cristo, sin haber descubierto detrás de nuestra amistad y a través de ella al Señor. El mundo no se detiene y no podemos llegar tarde.
Nuestra preocupación mayor no puede ser cómo organizarnos mejor, sino cómo servimos mejor a las personas, cómo podemos ayudarlas a descubrir la acción del Espíritu Santo en sus almas que las invita a más amor y más entrega. Como podemos hacer presente la vida nueva que Jesucristo ha venido a traer a los hombres. Debemos ser audaces para no dejarnos llevar por modas momentáneas. A la vez, hay que cultivar la docilidad al Espíritu Santo para que se dé en nosotros una verdadera conversión pastoral[11].
Necesitamos optar, también, por introducir a quienes empiezan a recorrer los caminos del evangelio en apostolados que sean fáciles y que les den la satisfacción casi inmediata de haber hecho el bien. Es cierto, queremos hacer cosas grandes, pero no podemos quemar etapas ni adelantarnos al ritmo de Dios. Jesucristo primero encargó cosas relativamente fáciles a las doce y a los setenta y dos… luego los mandó al mundo entero. Debemos ser pacientes y buscar que cada bautizado descubra el gusto por el apostolado y por la entrega a los demás. Sobre todo, hay que darle tiempo y ocasión para que se encuentre con Cristo en la entrega a los pobres, a quien sufre, en quien necesita aliento y cariño, a quien no encuentra sentido para su vida… y entonces sí querrá hacer más por Él y buscará compartir este tesoro a más personas.
El análisis de las causas y las posibles recetas de solución al problema de la perseverancia en el Movimiento pueden continuar indefinidamente. En el fondo, creo que hay que acoger la historia de caída y de redención por donde el Señor nos va llevando, para aprender que el Regnum Christi es sólo de Él.
Ya hemos pedido perdón y nos hemos puesto a disposición para dialogar con quien así lo desee. Ya estamos corrigiendo lo que hay que corregir y esto es algo que va en profundidad, sin cambiar ni traicionar nuestra identidad. Esto no es tarea del Delegado, ni de los directores. Es un reto que requiere del esfuerzo de todo el cuerpo del Movimiento, de cada uno de sus miembros.
Confío que, si focalizamos nuestra acción en estos cuatro puntos, mucho más allá que en las técnicas y habilidades humanas, con la ayuda de Dios, mucha gente se sentirá en casa en el Regnum Christi y querrá permanecer con Cristo en él durante toda su vida.
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1 Cf. PARDILLA, A., I Religiosi, Ieri, Oggi e Domani, Editrice Rogate, Roma, 2007.
2 Apoc. 2,7.
3 Cf. CELAM, Documento Conclusivo de la Conferencia de Aparecida, San Pablo, Bogotá, 2007. n. 225. En adelante citado como Aparecida.
4 Cf. DE DÁLMASES, C., Il Padre Maestro Ignazio, Jaca Book, Milano, 21994. 144.
5 Cf. Aparecida, n. 226.
6 Cf. Benedicto XVI, Carta Encíclica Deus Caritas Est, n. 1.
7 Cf. Ef. 4, 14.
8 Cf. Aparecida, nn. 295-300 y 328-346.
9 Cf. Aparecida n. 370.
10 Jn. 4,35.
11 Cf. Aparecida n. 365-379.
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