Entrevista al P. Sylvester Heereman, L.C.
Director (El Pensador).— Siempre recordará el día de Pentecostés de este año como uno de los momentos más emotivos de su vida. Ese día recibió, muy de mañana, un aviso desde el Vaticano anunciándole que por la tarde iba a poder saludar al Santo Padre, junto con otros dirigentes de otros Movimientos. “Pasé el día muy feliz, pero pensando qué le diría al Papa cuando le viera”, confiesa con un punto de brillo en sus ojos. Lo que no supo adivinar es que con las últimas palabras, cuando le agradecía en nombre del Movimiento el calor amoroso de la Madre Iglesia en los momentos duros, se le quebraría la voz por la emoción contenida. Francisco le agarró reciamente el brazo y le dijo: “Adelante, no te aflojes”.
El padre tiene una sonrisa fácil y una mirada profunda. Pero quizá la mayor característica de su personalidad sea la determinación, un rasgo que contrasta con su sorprendente juventud. Como buen alemán (es de la Renania), en su cabeza tiene las ideas perfectamente estructuradas y jerarquizadas.
Lo que no es poco teniendo en cuenta las circunstancias que le han tocado vivir como responsable máximo del Regnum Christi y de los Legionarios de Cristo desde que un cáncer cerebral apartara al padre Álvaro Corcuera de sus funciones. Habla revestido de una autoridad moral que se hace más auténtica en la medida en que brota de la humildad de quien se siente servidor, de quien cumple al darse a los demás. La auctoritas (-- paulina, podría decir Holzner) que no emana del cargo, sino de la caridad.
De aquí a pocos meses, durante la primera mitad del año venidero, el Movimiento que dirige enfrentará un momento histórico decisivo dentro del meticuloso proceso de “redescubrimiento del carisma y purificación” al que fuera convocado paternalmente por Benedicto XVI, y cuyas líneas de trabajo recientemente han sido confirmadas por el nuevo papa. Entonces, en los primeros meses del nuevo año, se celebrarán el Capítulo General de la Legión y las Asambleas del Regnum Christi, con la misión cumbre de revisar las constituciones y reglamentos que rigen esta gran familia espiritual. El Movimiento lleva años preparándose laboriosamente para ello, contando con la implicación directa de todos sus miembros y bajo la docta guía del cardenal De Paolis. Sobre todo esto conversamos con el padre Sylvester.
EP: Benedicto XVI pidió al Movimiento Regnum Christi, a los Legionarios, a los consagrados y consagradas y a los laicos que forman esta gran familia espiritual, que iniciaran un proceso tendente a “redescubrir” el carisma recibido. Algunos, desde fuera, han confundido los términos y piensan que redescubrir significa rehacer. Re-descubrir es volver a descubrir, volver a las raíces. ¿Cuál es la raíz del Regnum Christi?
P. Sylvester Heereman, LC: Evidentemente la raíz es Jesucristo y el mensaje de Jesucristo, pero desde el punto de vista de Cristo que anuncia, predica e instaura el Reino de Dios. ¡Por eso nos llamamos Regnum Christi! Cuando los evangelistas sintetizan el mensaje de Cristo aparece una y otra vez el Reino de Dios. Esa idea a veces hoy día nos cuesta entenderla, porque es muy fuerte. Efectivamente es la base de nuestra fe que tratamos de vivir, ese aspecto de que Dios es Señor. Creemos que Dios es Amor y creemos también que su Amor es omnipotente, que tiene la última palabra y reina por encima de todo lo que no es amor.
EP: Habla del misterio del Reino de Dios, pero ¿en qué sentido “Reino de Dios”?
P. Sylvester Heereman, LC: El Reino de Dios se manifiesta en la Cruz, en la derrota de Cristo que al mismo tiempo es la victoria del Amor sobre el Mal, sobre la muerte, sobre el pecado. Y es precisamente por esa victoria de Dios que no nos esclaviza, sino que por el contrario nos libera. Lleva al hombre a la identidad de “hijo de Dios”, le lleva a la libertad y le lleva a vivir el Amor. Entonces, esa idea de que hay una realidad que Jesucristo encarnado ha instaurado, que ya-está pero que al mismo tiempo todavía-no, que ha-comenzado pero que tiene-que-llegar-a-la-plenitud y que vive en los corazones, y desde los corazones en las relaciones, y que por las relaciones debería transformar la sociedad, ese aspecto del mensaje y la vida de Cristo podemos decir que es la raíz o el corazón del carisma del Regnum Christi. Siempre entendido, por supuesto, desde Dios-Amor. Porque el Reino de Dios no es opresión, no es un reino que se impone, pero que no obstante sí tiene ese llamado de “reinar”.
EP: Hemos hablado de las raíces. Pero por otro lado, tenemos un Movimiento que ha experimentado una dolorosa experiencia con su fundador histórico. ¿Este proceso de “redescubrir” el carisma permite pensar en una especie de cofundación de todos los miembros del Regnum Christi? Quiero decir: ¿no estamos ante una “singularidad” del Movimiento en relación al resto de movimientos eclesiales que nutren la Iglesia?
P. Sylvester Heereman, LC: Si la pregunta va en la línea de la relación que hay entre la recepción del carisma con el fundador histórico creo que sería precipitado dar ahora mismo una respuesta definitiva. Sin duda, la recepción del carisma es un gran regalo. Y también es innegable que el fundador histórico ha sido instrumental en esto. Entonces, hay por delante toda una tarea, que nos va a llevar decenios, en la que el Espíritu Santo nos tiene que enseñar a discernir cuál es el mensaje que hay justo en esa relación. Hemos recibido un carisma por medio de este padre en concreto, que al mismo tiempo ha sido un padre pecador, un padre que nos ha traicionado de alguna manera pero que, a su vez, no podemos negarlo, es el padre, ¿no? Esa es la cuestión. Luego por tanto, entender esto, vivirlo con serenidad, sin falsos misticismos pero con objetividad y al mismo tiempo con atención a lo que pudiera ser el mensaje de Dios, es una tarea que apenas hemos comenzado. Por otro lado tampoco somos los únicos que están en esta situación: recientemente hemos tenido noticia de varios movimientos que viven situaciones análogas, lo cual refuerza mi intuición de que debe haber algo más ahí. [Nota del entrevistador: las cursivas indican un énfasis especial en el tono.]
EP: Y ¿cuál es ese mensaje de Dios que atisba?
P. Sylvester Heereman, LC: Ese hecho de tener un carisma transmitido por medio de un fundador no santo, al menos no canonizable y con hechos objetivamente reprobables, tiene el mensaje de la fuerza de Dios. A pesar de los instrumentos, lleva implícito un mensaje de la Misericordia de Dios que nos pide perdonar también al fundador histórico y a saber convivir con el pecador. No querer cancelarlo simplemente. Un mensaje, también, de misericordia y compasión con quienes han sufrido para acompañarlos en un camino de sanación y reconciliación. Y también un mensaje de qué significa en un mundo como el de hoy día la relación con un padre de-caído. ¡Cuántos niños no viven esa misma situación…! Y otro aspecto, que alguien me ha comentado, es que al ser conscientes de la debilidad del padre, se recalca, sobresale, la maternidad de la Iglesia. Esto es algo que estamos viviendo en primera persona: la Iglesia Madre que acoge, discierne, sostiene… y que levanta al hijo.
EP: Si le parece podemos pasar del carisma a la misión. ¿A qué misión se sienten llamados los miembros del Regnum Christi?
P. Sylvester Heereman, LC: Es justamente el prolongar este impulso de Dios que comienza con la Creación, que se hace muy concreto en la Encarnación, que viene de alguna manera a reclamar lo que es de Dios que entra en el mundo (es el Evangelio de hoy, el hijo que viene a la viña) [N. del E.: la entrevista fue realizada el 3 de junio], para redimir y para reclamar este mundo que ya-no-es-Reino de Dios porque lo que reina es -muchas veces- el Mal, el miedo, la esclavitud, la muerte… Entonces, la misión del Regnum Christi es asumir esto, quererlo vivir en la propia vida que nos ha tocado y ayudar a los miembros y a quienes están en contacto con nosotros, descubrir la realidad hermosísima de que Dios es más fuerte que cualquier cosa y que, en cualquier situación y circunstancia se trata de descubrir que la fuerza de Dios se revela tantas veces en la Cruz. Esto a nivel de la espiritualidad. Pero más concretamente, a nivel de misión apostólica, diría que es formar a apóstoles que viven esta experiencia –como Cristo formaba apóstoles que llevaran adelante su mensaje y compartieran su misión- para transformar también la sociedad.
EP: Son como dos polos.
P. Sylvester Heereman, LC: En efecto. Está el primero, el de la persona, que debe acoger en libertad y amor, que tiene también que ser apoyada, sostenida por la Iglesia, por la escucha de la Palabra, los sacramentos, por el Movimiento, por la familia… Pero estas personas además están llamadas a llevar este mensaje al mundo. Al mundo en sentido joánico, o sea, a todos los que están llamados a ser hijos de Dios. El Regnum Christi siente muy adentro, muy fuerte, este deseo de no quedarse en la sacristía. De hacer apostolado porque el mundo… porque todas las almas, las personas, tienen el derecho a ser alcanzados y enterarse de lo que Dios ha hecho por ellos. Y de ahí nuestras universidades, nuestras escuelas, nuestra labor en tantos frentes… y también el deseo de trabajar con sistema, con seriedad, con una metodología que nos permite trabajar con seriedad dentro de este mundo -aceptando las reglas de este mundo en la medida en que sean compatibles con el Evangelio-, porque somos conscientes de que el Reino de Dios está en los corazones pero que desde ahí, desde los corazones, debe transformar el mundo de los hombres.
EP: El Regnum Christi se define a sí mismo como un “Movimiento militante de apostolado”. ¿A qué se refieren con el adjetivo “militante”?
P. Sylvester Heereman, LC: Esto me hace recordar unas palabras que dirigió el Papa Pablo VI a los legionarios en 1974 en que les decía que no eran gente inerte que está sólo mirando cómo van las cosas, sino que quiere imprimir en las cosas una fuerza y dar al cristianismo una expresión que le es propia: la militancia. Y los invitaba a combatir y defender la fe, a conquistar y llamar a otros hermanos a la fe y a la comunión con el Señor. Esta expresión puede tener inmediatamente un eco negativo para oídos alemanes, pero yo siempre lo he percibido como ese deseo de acoger y corresponder a la invitación de Cristo que me propone compartir su mismo estilo de vida y misión y así extender su Reino. Para mí la militancia es entrega de la propia vida por amor; es la respuesta del corazón de Cristo ante el contraste tan fuerte entre la realidad del Reino de Dios-Amor y tantas realidades y situaciones donde no reina Él sino el Mal, el miedo, la muerte – esas fuerzas esclavizadoras que Jesucristo venció en su pasión y resurrección.
EP: Otra de las características tradicionales del apostolado del Movimiento es hacer líderes a los cristianos y cristianos a los líderes. Es una consecuencia derivada del ansia por el Reino de Dios y de una metodología digamos que “eficiente”. Pero… ¿no puede esto ser confundido con elitismo?, ¿dónde se halla la diferencia?
P. Sylvester Heereman, LC: Sin duda existe siempre este peligro de reducir el liderazgo a un concepto meramente sociológico o económico. Pero no es así. Un líder es cualquier persona que puede ejercer una cierta influencia sobre los demás, y según ese concepto, una madre de familia, un obrero, un profesor universitario, todos pueden entrar en esta categoría. Por lo demás, si vemos la historia de la salvación, vemos que el Señor procede siempre de la misma manera: elige a Moisés, que era un refugiado tartamudo, y lo convierte en guía de su pueblo; a David, que era el último hijo de Jesé y pastor de ovejas, para hacerlo rey; a María, una joven de un pueblo insignificante; a Pedro, un pescador de Galilea… Él elige hombres y mujeres y les ofrece ocasiones y la gracia para que puedan invitar a otros al seguimiento de Cristo.
EP: Por último, y haciendo un ejercicio de visión a largo plazo, ¿cree usted que saldrá el Regnum Christi más fortalecido de todo este proceso que viene viviendo desde hace unos años?
P. Sylvester Heereman, LC: Eso está claro. Si Dios ha permitido esta crisis, esta cruz, es para hacernos más fuertes. El hacernos más fuertes, ojalá, sea en primer lugar en el espíritu. Más fuertes en el Amor, en la humildad. Más fuertes en estar arraigados en Dios. Más fuertes en la comunión con los demás miembros de la Iglesia. Y desde ahí mantener y fortalecer también el aspecto militante y el entusiasmo a nivel apostólico. Diría que quizás una de las tentaciones que hemos tenido, como familia, ha sido subrayar tanto la parte militante, apostólica, activa, que a veces nos ha podido llevar a descuidar el espíritu, la prioridad de la gracia. Ojalá, por tanto, que este equilibrio divino, digamos, que es un misterio entre la gracia y la acción del hombre nos lleve a una más plena confianza en la acción de Dios y, al mismo tiempo, hacer todo lo que esté en nuestras manos.